La persona se lleve las bolsas de basura que el aseo no recoge, le cobra 20 bolívares.
Adicional, debe comprar creolina y combinarla con gasoil y agua para limpiar las cunetas, porque de ellas se desprenden olores fétidos que ni él ni su clientela pueden soportar.
El comerciante vive frente a la calle Libertad, en el mismo sector, una vía en la que las aguas negras han hecho de las suyas durante una década. García, de 53 años, afirma que el año pasado los entes gubernamentales “intentaron” arreglar el colector caído, pero según este hombre, “peor fue el remedio que la enfermedad”, debido a que con esos trabajos “no arreglaron nada”.
Mireya Alcalá es otra habitante de la calle Libertad de Guamachito. Ella comenta que desde que llegó a la comunidad -hace 10 años-, las aguas negras han estado presentes en la vía. “Aquí el olor es insoportable, se nos mete la podrición para las casas y yo tengo niños pequeños, a veces no sé qué hacer ante esta situación”.
La residente de la calle número 8, Yumirian Fajardo, manifiesta que además del problema del colector caído las cuadrillas de limpieza tampoco pasan por la calle para hacer su trabajo.
“Ellos dicen que no pasan por aquí porque aquí viven puros ricos. ¿Qué ricos?”.
Carmen Aguilera, quien tiene una bodega en el sector, dice que su nieta de un año y su esposo están sufriendo ataques de asma debido a la contaminación ambiental que generan las aguas putrefactas estancadas frente a su casa. “Aquí no habíamos sufrido de eso, pero ahora todos estamos enfermos por este problema”.
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