Los conductores que transitan por la calle 23 de Enero de La Caraqueña tienen que ingeniárselas para no caer en las alcantarillas que están en la vía
Los vecinos, como Rosa Villanueva, cuentan que cada vez que llueve, el barro baja por esta calle empinada y queda depositado en las tres alcantarillas que están en la vía.
"Están totalmente selladas, y eso que han venido a repararlas como cuatro veces, pero eso no ha funcionado mucho", señaló Villanueva, que tiene 46 años viviendo en esta comunidad porteña.
Meses atrás, una joven que mantiene un comercio en la calle, cruzó y una de sus piernas quedó metida en las ranuras de una de estas estructuras. "Menos mal que hay tierra", agregó Rosa.
Pero quienes más se benefician con el "relleno natural" que está en las alcantarillas, son los choferes. Y es que las tapas de metal se encuentran, en su mayoría, rotas.
"Si estuvieran limpias, los cauchos quedaran atrapados", precisó un vecino que estaba comprando una bombona de gas en esta agitada vía.
José Surmay ve desde su puesto de empanadas, a conductores maniobrar para poder transitar. "Tengo un año aquí y no he visto que vengan a limpiar#. Igual percepción tiene el mecánico José Rondón, que también espera por el saneamiento de la vía. "Deberían reparar las alcantarillas y limpiar debajo de ellas".
Mientras la solución verdadera llega, los choferes deben apelar al método de la supervivencia: robarse la derecha en un tramo de esta doble, dar paso en otro y meterle la chola si cae en uno de los huecos de las rejas.
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