El 11 de septiembre de 1973 un brutal golpe de Estado fascista derrocó al gobierno popular y democrático del presidente Salvador Allende en Chile, poniendo fin a una experiencia de profundos cambios a favor de los más desposeídos, dando inicio a una feroz dictadura que sojuzgó por largos 17 años al pueblo chileno.
11 sept 2014
al compañero Presidente Salvador Allende a 41 años de su caída en combate
11/09/2014
El 11 de septiembre de 1973 un brutal golpe de Estado fascista derrocó al gobierno popular y democrático del presidente Salvador Allende en Chile, poniendo fin a una experiencia de profundos cambios a favor de los más desposeídos, dando inicio a una feroz dictadura que sojuzgó por largos 17 años al pueblo chileno.
El 11 de septiembre de 1973 un brutal golpe de Estado fascista derrocó al gobierno popular y democrático del presidente Salvador Allende en Chile, poniendo fin a una experiencia de profundos cambios a favor de los más desposeídos, dando inicio a una feroz dictadura que sojuzgó por largos 17 años al pueblo chileno.
Salvador Allende había llegado al poder
el 4 de septiembre de 1970 apoyado por la Unidad Popular, un
conglomerado de partidos de izquierda que se proponía establecer un
camino no violento hacia un Estado socialista usando medios legales (la
vía chilena al socialismo), e impulsar proyectos como la nacionalización
del cobre, de las áreas claves de la economía y la aceleración de la
reforma agraria, en medio de la polarización política internacional de
la Guerra Fría y de un grave sabotaje económico y financiero promovidos
por la contrarrevolución externa e interna.
EE.UU. seguía con atención a Allende
desde antes que ganara las elecciones el 4 de septiembre de 1970, pero
intensificó sus acciones luego que se concretara su triunfo en las
urnas.
De acuerdo al historiador de la
Universidad de Chile, Sergio Grez, “EE.UU. comenzó a mover sus piezas en
concomitancia con la extrema derecha chilena”, esfuerzos a los que más
tarde se sumarían los partidos de derecha y sectores de la Democracia
Cristiana que se oponían al gobierno de la Unidad Popular.
El golpe se fraguó con activa
participación de sectores civiles, como el gremio de camioneros; medios
de comunicación, como El Mercurio, cuyo dueño Agustín Edwards se había
reunido con el mismísimo presidente Richard Nixon; y de grupos ultra
fascistoides.
El Golpe
Allende está en su casa de Tomás Moro
con algunos de sus asesores principales: Augusto Olivares, el
periodista; Orlando Letelier, ministro de Defensa; Joan Garcés, asesor
español privado, entre otras personas. Mientras comían con su esposa e
hijas, empiezan a recibir llamadas de distintas partes del territorio
nacional y de algunos dirigentes de partidos de la UP, quienes indicaron
que han recibido información de que se están movilizando tropas. Los
ministros tratan de chequear esta información. Allende, hasta ese
instante, confiaba en la lealtad del general Pinochet, de los
carabineros y de algunos generales. Así lo había manifestado a algunos
colaboradores. Consideraba que parte importante del Ejército, si no
todo, y al menos carabineros, respaldarían al gobierno de la UP. Solo
tenía desconfianza y temor de la Armada y de la Fuerza Armada Chilena
(FACH).
Advertido que en la madrugada del 11 de
septiembre, las Fuerzas Armadas habían tomado Valparaíso, el presidente
Allende se dirige hacia La Moneda a las 7:20 a.m. desde su residencia en
Tomás Moro, acompañado del Grupo de Amigos del Presidente (GAP), su
servicio de guardia personal.
Veinte minutos después, el mandatario ya
se encontraba en la Casa de Gobierno y emite su primer mensaje a la
nación, a través de Radio Corporación, informando sobre un
“levantamiento de la marinería”.
Sin embargo, al poco rato, el teniente
coronel Roberto Guillard lanza la primera proclama militar, por medio de
la denominada “Cadena Democrática”, formada por Radio Minería y
Agricultura, donde emplaza a Allende a dejar su cargo en manos de las
Fuerzas Armadas y Carabineros, quienes iniciarán “la histórica y
responsable misión de luchar por la liberación de la Patria del yugo
marxista, y la restauración del orden y de la institucionalidad (…)”.
La declaración, fue firmada por Augusto
Pinochet Ugarte, en representación del Ejército; Toribio Merino Castro,
por la Armada; Gustavo Leigh Guzmán, por la FACH, y César Mendoza Durán,
por los Carabineros.
El mensaje del coronel Guillard también
daba un ultimátum para quienes se encontraban a esa hora en La Moneda:
si no desalojaban antes de las 11, el palacio sería atacado “por aire y
por tierra”.
Una vez que el personal abandona el
lugar, en su mayoría mujeres y las dos hijas del mandatario, Beatriz e
Isabel; Salvador Allende dirige sus últimas palabras al país por Radio
Magallanes, la única emisora pro UP no silenciada a esas alturas del
golpe, asegurando, tal como ya se lo había indicado a los golpistas,
“que no se rendiría”.
Mientras los tanques abren fuego contra
el palacio de Gobierno, enfrentándose a miembros del GAP, el
vicealmirante Patricio Carvajal comunica a Augusto Pinochet la voluntad
de Allende a “parlamentar”. Aunque Pinochet confirma que sigue en pie la
oferta de sacarlo del país, “el avión se cae, viejo, cuando vaya
volando”, agrega.
Alrededor del mediodía, la amenaza se
cumple. Los Hawker Hunter de la FACH, comandados por Mario López Tobar,
disparan cuatro cohetes sobre La Moneda, mientras otro grupo hace lo
suyo en la casa de Allende.
El resultado en La Moneda es devastador,
aunque siendo las 2:30 de la tarde, los que quedan en el segundo piso
del palacio insisten en no rendirse, pese a que el primer piso está
tomado por los militares. Allende insta a su círculo cercano a bajar,
afirmando que él lo hará al final.
A las 3 se declara toque de queda en
todo el territorio nacional, y a las 6 de la tarde los comandantes de la
Junta se reúnen en la Escuela Militar, celebrando la toma del poder del
país.
En lo siguiente, se declararon
proscritos el Partido Comunista y Socialista, mientras los restantes
conglomerados fueron suspendidos con la disolución del Congreso.
En zonas rurales se detuvo a varios de
los dirigentes de la Reforma Agraria, quienes en muchos casos fueron
ejecutados en el mismo lugar de su detención. Se llamó a delatar a los
adherentes del Gobierno por “traición a la Patria” y a aquellos que
tuvieran cargos en organizaciones sociales a entregarse a las comisarías
“para regularizar su situación”.
Se allanaron fábricas, reparticiones
públicas y poblaciones como La Legua, La Victoria y La Bandera, donde
sus pobladores fueron detenidos en masa. Al interior de la ex
Universidad Técnica del Estado, actual Usach, hubo enfrentamientos con
académicos y estudiantes y fue allí donde se detuvo al cantautor Víctor
Jara.
Se iniciaba así una de las más cruentas
dictaduras fascistas de nuestro continente, sustentada por la fuerza las
lógicas del neoliberalismo y gran capital, revirtiendo así las grandes
conquistas que en tan solo tres años habían alcanzado los trabajadores
chilenos a través de la organización y el poder popular.
El proceso chileno es ejemplo para todos
los pueblos que hoy se enrrumban a su liberación; no solo la voluntad
de los pueblos basta, sino que es necesaria la organización integral en
todos los ámbitos hasta el punto de hacer una revolución irreversible.
Allende hoy ha trascendido la muerte
dando un ejemplo de coraje y valentía a los pueblos del mundo en la
determinación y defensa de sus más nobles ideales. ¡Viva Allende! ¡Viva
el pueblo Chileno!
Publicado por
LEONARDO BOLEN DIRIGENTE PSUV
Etiquetas:
Internacionales
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