Las familias que hacen vida en este sector portocruzano están descontentas porque los problemas sobran, pero el que más los afecta es el del desbordamiento constante de las aguas servidas.
José Félix Aguilera tiene 62 años, de los cuales lleva allí “un montón, desde que esto eran unas salinas”. Exactamente no recuerda cuántos son. Confiesa que los problemas comenzaron hace seis meses. Se dio cuenta porque el mal olor impregnó toda la cuadra donde vive, en la calle Salom, y cuando se asomó vio las tanquillas desbordándose.
Él reside con su esposa y unos nietos, que gracias a Dios no se han enfermado de alguna bacteria estomacal o gripe, pero hay otros niños del barrio que no se han salvado de los males.
Una comisión de Hidrocaribe enviada por las autoridades municipales llegó y atendió las quejas de los habitantes de El Paraíso.
Simón Simosa es uno de los trabajadores de la empresa hidrológica y comentó que los colectores están caídos
y que están haciendo los trámites para solucionar el problema.
Aunque los vecinos aseguran que las tuberías no son lo suficientemente anchas para toda la población del sector, Simosa afirma que los ductos son de ocho pulgadas y que en los planos iniciales no había tantas
viviendas como ahora. Y que cada vez que se tapan, el vactor llega a su rescate.
Otros problemitas
Yanetzy Aguilera vive en la misma zona y forma parte del consejo comunal. Dice que otra de las carencias es la del suministro de aguas blancas y del paso del aseo urbano.
“Debería pasar tres veces a la semana, pero hay semanas en que ni se ve”.
Otros residentes de El Paraíso II contaron que el incoveniente mayor era el de la inseguridad y “que de vez en cuando se escuchan plomazos”.
Ellos le piden a las autoridades municipales y estadales que visiten su comunidad para que evidencien cuáles son las condiciones en las que les toca vivir.
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