23 may 2011

Esta Línea está algo torcida

23/05/2011
El barrio La Línea en Barcelona sólo tiene una calle, es de tierra y con las últimas “lluviecitas” que han caído se ha puesto como una pista de piques fangueros.

BARCELONA. Ramón Conde va todos los fines de semana a Los Boqueticos para comprar pescado fresco y vendérselos a sus vecinos del barrio La Línea de Barcelona.
Como por allá no transitan autobuses ni carritos por puesto, él se arma de valor, se monta en su bicicleta y pedalea hasta el mercado porteño. En la parte de atrás de su vehículo de dos ruedas tiene una cava de plástico, donde refrigera los productos marinos.
Conde cuenta que en ocasiones no puede vender los pescados en la zona porque la calle está tan deteriorada, que ni haciendo acrobacias puede pasar por allí. “Yo tenía una moto, pero con el charquero que se hace aquí se trancó y está dañada”.
Ubicación
La comunidad La Línea limita con varios sectores de la capital anzoatiguense, entre esos Campo Claro, Álvarez Bajares, Zona Industrial Los Montones y Terrazas de Barcelona.
Quienes visitan el lugar deben entrar por la avenida Argimir Gabaldón (Vía Alterna).
Sólo tiene una calle, es de tierra y con las últimas “lluviecitas” que han caído se ha puesto como una pista de piques fangueros.
Al caminar por las aceras, además de escucharse desde reggaetón hasta vallenato a todo volumen, se puede percibir un olor desagradable que sale de algunas viviendas, a consecuencia de que no tienen tuberías de aguas negras, sino pozos sépticos, que para colmo ya han colapsado.
Miguelina Polanco vive frente a una de estas moradas. Un rancho con paredes y techo de zinc que, por lo pegado que está al cerro, no tuvieron espacio para construir el pozo séptico y todos los desechos caen a la vía principal.
“Este caso lo llevamos hasta Protección Civil y a ellos les quitaron el permiso de levantar el rancho, pero no hicieron caso y nos tenemos que calar esta suciedad”.
Riesgo ante las lluvias
El barrio tiene al menos 30 años de fundado y los vecinos con más antigüedad, como Oscar Martínez, aseguran que no ha cambiado mucho.
“Las calles siguen siendo las mismas y como todos los años, el cerro se viene abajo. Parece un volcán en erupción”.Narra que el barro baja tan rápido del cerro que en cualquier momento las casas pueden quedar tapiadas. Ya en la loma se evidencia que se le han caído varios cúmulos de tierra. Incluso en la cima hay perforaciones que sirven de “suite” para los indigentes o de piscina para los chamos. Martínez teme que cuando caiga un chaparrón, las familias que hacen vida en La Línea se queden en la calle.
Además se queja de que la electricidad que tienen es porque pegan unos cables de un poste de otro sector, porque los de La Línea son de adorno. “Tienen guayas, pero no corriente y los postes provisionales son palos de madera que ya están a punto de caerse a la calle, comentó Oscar.
Él no pierde las esperanzas y está seguro de que la comunidad puede progresar. No tiene escuela, levantaron una iglesia cristiana y entre todos le meten mano “para pedirle a Dios que les dé una manito” y acomode esta línea que aparentemente está algo torcida.

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